lunes, 17 de diciembre de 2012

A seguir nadando


Y del ¿amor? Se pasó al odio pero ella no sabía que sólo le dolería un rato porque en su interior albergaba sólo sumas. En las cuentas, las restas nunca le habían interesado.

Ese odio al final lastima a quien lo padece pero quizás nunca aprenderá, aunque siga en primera fila a la hora de la oración y se engalane para recibir a Jesucristo de vez en cuando.

Tú sigue. Nada a ratos sola, para reencontrarte contigo misma. A ratos con quien quieras pero invítame a pasear entre las olas para abrazarnos durante los golpes. Así nos duele un poquito a cada una. Tanto para aprender del camino sin rumbo como para acabar encima del flotador disfrutando de los pequeños rayos de sol del día a día. Sus risas, tus libros, tu familia, tus amigos y tú. Sonríe amiga. Vendrán tiempos mejores. Lo peor ha pasado. Sólo queda ascender hacia la superficie. Es bello respirar. Lo descubrirás pronto. 

POSDATA: Está claro cuál es el mío ¿no?



Regla María Gómez Tejada

domingo, 18 de noviembre de 2012

Contigo

Contigo he aprendido

  • A no juzgarme en exceso
  • Quererme tal y como soy
  • A ver otra dimensión de la amistad
  • Respetar hasta dónde se puede contar
  • Ser como una mirada limpia en el espejo
  • A no quedarme sólo en lo banal de las palabras y leer atentamente en una mirada
  • Que se puede ser vulnerable sin desprenderse de las armaduras
  • A reconocer nuestras debilidades y reírnos juntas con ellas
  • A tener una hermami cuando estoy malita que me diagnostica y sigue el proceso conmigo en la distancia
  • Valores como la paciencia, la dulzura o el compañerismo
  • Tomar decisiones en la vida y elegir con todas las consecuencias
  • A entender mis emociones y darles forma de poesía, haciéndolas siempre bellas (Inolvidable ese momento Odi et amo de Catulo)
  • Contigo todo es bonito, aunque duela
Te quiero amiga. Te quiero Eva Cobos. 

sábado, 11 de agosto de 2012

Pompitas de jabón...¿Renunciar a lo irrenunciable?




Cavilando, cavilando. Semanas que te atropellan a pensamientos. Las circunstancias, el momento histórico, mis propias experiencias…El miedo se agarra como una garrapata que arranco de mis entrañas sin poder evitar dejar la cabeza dentro y sus irremediables consecuencias.

Los años pasan, y aunque en el día a día parece que nada cambia, un día miras atrás y te das cuenta de que todo es muy diferente a lo que una joven idealista había soñado. Lucho contra mí misma porque de repente falta algo que siempre me había acompañado, no sé definirlo, pero ya nada es igual, mis piezas están desencajadas, reconozco que estoy un poco cansada. Y entre golpe y golpe de emociones surge una y otra vez una misma pregunta ¿Cuándo llega el momento de renunciar a algo en lo que siempre has creído? ¿Cuándo decir hasta aquí?

Una buena consejera me dijo una vez que era inasequible al desaliento, afirmación que en aquel momento interpreté como algo muy bueno, me gusta luchar por lo que quiero, siempre he tenido las ideas claras….demasiado. ¿Cómo y por qué cambiarlas ahora?

Y últimamente he renunciado a varias ideas que conformaban el cimiento de mis pensamientos. Yo que pensaba que las cosas podían cambiar, que formando parte de la política podría aportar mi granito de arena para acabar con la oleada de oportunistas y rateros que han gestionado nuestros intereses. Creí que era posible que la ciudadanía dijera ¡basta ya! pero es que somos demasiado cobardes y conformistas como para hacer los sacrificios que todo eso implica.

Y asisto impasible a una clase política que no es capaz de ver que primero hay que mirar hacia adentro antes de poner en marcha ningún cambio, una clase política en la que priman las siglas, el enriquecimiento personal y las ansias de poder. Gentuza que no pasea por la calle y ni se empapa del dolor cotidiano, de la necesidad ajena. ¡Qué pena!

Tema muy distinto es, pero parte de esta crisis de valores, la visión del querer humano. Una etapa en la que cuesta tanto dar un abrazo, acercar tu mano a un hombro, sentir calor. Ahora importa más tener que que ser, follar que amar. Y yo que lo veo todo tan distinto me indigno y me frustro porque un día creí en el amor, en la lealtad, en un proyecto de futuro pero sobre todo en las personas. Me he empeñado mucho en intentar indagar buscando esencias que no huelen a lo que yo pensaba que simplemente no comparten el mismo vivir que yo. Renuncié ¿y ahora qué? ¿Asumo las reglas de este nuevo juego?

Detrás de este texto hay mucho más que me hace preguntarme ¿En qué desembocará todo esto?  No tengo la menor idea, sólo sé que este cúmulo de emociones desordenadas auguran un cambio, lo sé, lo siento, lo presiento.

Eso sí, al margen de las heridas de guerra que te va dejando la vida quiero, deseo y lucharé por no perder la esencia de esa niña soñadora y optimista. Renunciaré a muchas cosas, pero a lo irrenunciable no. Y sueño con seguir haciendo pompitas de jabón para convertir en magia momentos cotidianos.


Regla María Gómez Tejada

miércoles, 18 de julio de 2012

Sexo ¿para qué?





Cada vez me gusta más esto de acercarme a los treinta. Ahora por ejemplo hablar de sexo es más fácil, los tapujos se van a hacer puñetas y las conversaciones sobre el tema me enriquecen además de divertirme.

Hoy estoy reivindicativa. La pregunta es ¿sexo para qué? ¿Para reducirlo a un encuentro fortuito, un entrar, salir y hasta luego? Qué triste ¿no?

Y no consiste en ser o parecer una estrecha o una modosita, que también me cansan ya esos prejuicios, se trata de buscar experiencias auténticas que te sumen, que te ofrezcan la confianza para sacar ese lado salvaje que te permite una relación sexual plena.

No se trata de buscar el príncipe azul o el amor para toda la vida. Eso estoy (casi) segura que no existe. Pero ¿y por qué no reír, coquetear, abrazarse, disfrutar, imaginar, enloquecer, vibrar, agotarse, desearse, sentir el placer, una comida, un dulce, el cine, un paseo, una caricia, un agarrón fuerte, un beso, un mordisco, una mirada pícara, una mirada dulce, otra cómplice, una sorpresa, un regalo, una canción, una caricia, uno rapidito, otro muy lento, con juguetes, sin ellos, besos con lengua o con los labios, en la boca, en la nuca, en el hombro, en la espalda y donde caiga. En definitiva quererse sin miedos, aunque sean unos instantes que te lleven a la eternidad. ¿Qué más da cuánto dure si lo que ocurre es de verdad?

Pues no, resulta que renunciamos a todo eso, supongo que por el miedo al posible compromiso, y lo reducimos a un mete-saca sin chispa, sin emociones, dejando al aire nuestro instinto más animal. Y yo no sé si se equivocan ellos, nosotras, el mundo o yo, que busco otras cosas. Pero es lo que hay y comienzo a perder la ilusión de topar con alguien que me regale momentos más emocionantes.

Y os digo una cosa señores del mundo. Quedan muy atrás esos años en los que las mujeres buscábamos un hombre que nos salvara de un castillo guardado por un dragón para salir trotando en caballo blanco. Ya está bien, que no se trata de echarnos un polvo para que quedemos prendadas de ustedes y salgáis escopeteados y muertos de miedo. Os informo que las mujeres de hoy ya somos independientes y autosuficientes, aunque todavía soñadoras. ¿Qué quiere decir esto? Pues que para reducir mi sexualidad a un encuentro minúsculo en el que queda previamente en el aire si vamos a disfrutar, preferimos autocomplacernos solas que tenemos claro qué y dónde nos gusta. Así que poneros las pilas y a currar, que ya va siendo hora.

Regla María Gómez Tejada

lunes, 21 de mayo de 2012

Coste y valor. El anillo de Angelina Jolie


De mis clases de marketing en la Universidad siempre se me quedó fijado en la memoria el concepto de valor y precio.

El precio es lo que cuesta, es cuestión de números objetivos. Sin embargo, el término valor es mucho más subjetivo porque se asocia a lo que te suma socialmente el producto: prestigio, clase, elegancia, poder, clase social, etcétera… es lo que significa. No es lo mismo tener un Proche que un Skoda Fabia…jilipolleces (hablando feo),   los dos me llevan y me traen.

Y toda esta reflexión me ha abordado porque Angelina Jolie lleva un anillo de compromiso de 200.000 euros que ya los quisiera para mí, para comprarme un hogar que a día de hoy es un lujo, y no tener que donarle mi tranquilidad al banco.



Comentaba un amigo que si yo tuviese ese nivel de ingresos pues probablemente no me compraría un anillo en el chino y…¡me ha entrado miedo! ¿Sabes por qué? Porque a mí me aterra pensar en tener una vida tan vacía que busque rellenarla con cosas materiales (y que conste soy viciosa confesa de la ropa y los complementos) 

¿No os ha pasado que os habéis sentido tristes y habéis ido a comprar cosas? ¿Soluciona eso algo? Pues no, así no sientes ni satisfacción y felicidad. Hemos perdido el norte de las cosas que verdaderamente importan, ésas que llenan tu vida de momentos simples pero reconfortantes y gratificantes.

Yo, que dedico parte de mi vida laboral al marketing, sé que el valor de algo no está en lo que cuesta monetariamente ni en parecer, que vende más, sino en ser y sentir.

Se me viene a la cabeza un pequeño reloj en forma de colgante vintage y de caperucita roja, que me compraron mis padres el otro día en la feria porque ando apretadilla con los gastos de la mudanza y querían darme un capricho.


  • ¿Valor? Cariño, amor, protección, respaldo, no marca la hora, marca un momento
  • ¿Coste? Doce euros
  • ¿Seré entonces más infeliz? ¿Vale menos el cariño de mis padres que el de los ricos?

No, no quiero ni la vida ni el dinero de Angelina Jolie, me encanta la mía. Si alguna vez gano mucho dinero y mi novio del futuro me regala un anillo así de caro (demasiado suponer, sí)  por favor, pegadme un tirón de orejas.

Prefiero un anillo de plástico, en lo alto de una noria con la compañía de las estrellas y un grito de amor en el cielo. Eso sí es para siempre. No quiero olvidarme de que son los momentos y las cosas simples las dejan grandes huellas en el corazón. De todo lo demás se puede prescindir.

domingo, 6 de mayo de 2012

Arriesga ¿te atreves?




Si supieses que mañana vas a morir ¿qué harías hoy? Sí, así de perpleja, y sin palabras (pese a mi verborrea habitual)  me quedé yo cuando un buen amigo me planteaba la pregunta mientras cenábamos y divagábamos sobre la vida.

Resulta que en una charla de Fernando Botella le habían contado que hay estudios con enfermos terminales que desvelan que haríamos todo lo que no hemos sido capaces de hacer por miedo o por circunstancias: viajar, vivir aventuras, amar, emprender, disfrutar y en definitiva arriesgar más.

Y es que nos ha tocado protagonizar una generación entrenada para el éxito, para comprarte una casa, casarte antes de los treinta, tener una familia, un coche y un buen trabajo, que para eso nos hemos formado a conciencia. Pues resulta que no, que las circunstancias son otras, y que se ha generado una sociedad donde va sumando terreno la frustración porque no somos capaces de asumir el fracaso.

Y digo yo ¿qué pasa si fracasamos? ¿Dónde queda la satisfacción de haberlo intentado? Como no nos vamos a morir mañana (o eso es lo que esperamos) nos vamos a caer, nos haremos pupita y luego a levantarse con la experiencia del camino recorrido, y más tiempo para volver a intentar lo que queremos. Porque la vida no es una línea recta, tiene sus altibajos y son todos maravillosos y necesarios, porque para aprender hay que perder y porque sí, porque es mucho más apasionante salir a buscar aquello que nos hace felices que simplemente contar con que nos va a ir bien.

Dice Jorge Rubín, que es otro de mis gurús, que a los seres humanos nos viene mal acomodarnos. Tenemos que aspirar a ser culos inquietos capaces de imaginar, de crear, de intentar nuevas cosas, adaptarnos a las realidades que nos presenta la vida y acercarnos, como bien me dijo una vez, a aquellas personas que suman en tu vida, que te enseñan y que te aportan.

Entonces ¿qué hacemos? Pues retarnos constantemente, plantearnos objetivos en el trabajo, en la vida y en el amor e ir a por ellos sin esperar por supuesto, como pasa habitualmente, a que el cambio venga de hoy a mañana, porque además somos caprichosos, impacientes y enemigos del esfuerzo. 

Comienza a sembrar a evolucionar, cáete, levántate y un día, sin que entiendas por qué, y tal y como me contó Rafael Aguilar, todo comenzará a salirte bien sin que el resultado sea fruto de la suerte, sino de tu trabajo, tu lucha y tu constancia.

¡Ah! Y añado yo algo que le contesté también a este amigo mío cuando me dijo que aún soy joven para encontrar al amor de mi vida. El amor de mi vida soy yo, me quiero tanto que me esfuerzo por ser feliz y por hacer especial cada uno de los días de mi existencia, para que merezcan la pena recordarlos. Quiérete, quiérete mucho y atrévete, así se empieza el sendero. 

Me da miedo morirme mañana sin haber sonreído hoy, por eso prometo, que en esta etapa emprendedora de mi vida el miedo no me va a paralizar,  me va a empujar a conseguir mis objetivos y sobre todo me comprometo a no enfadarme conmigo misma si me equivoco, si no es lo que había planificado o si hago algo que no está a la altura de lo que los demás esperan de mí. Soñaré con el mañana, pero con los pies en el día de hoy, que precisamente me ha regalado momentos que guardaré  en el corazón para siempre.

Regla María Gómez Tejada

viernes, 16 de marzo de 2012

El tiempo como el viento, a favor o en contra

Necesitaba un parón, tocaba reflexionar puesto que después de un año y medio de cambios, decisiones, victorias y derrotas era hora de decidir qué camino elegir, un nuevo rumbo con retos desafiantes. ¿El lugar? Marsella.

Una agenda de actividades intensa te deja agotada físicamente y abre tu mente. Ya antes de aterrizar llegaron las primeras reflexiones. Desde el avión, mirando hacia abajo y viéndolo todo minúsculo piensas en lo pequeños que somos aunque nos sintamos grandes y sobre todo, que desde la distancia del tiempo eres capaz de ver las cosas en su conjunto, con más claridad  y perspectiva a la hora de hacer balance. Sin embargo, esos pequeños detalles que te marcaron para bien o mal, se ven difusos.  Tanto que lo veo claro, y quiero reconquistar de nuevo esa tierra que algún día fue mía como Carlos Quinto en 1536 intentara con Marsella. Me vuelvo a lanzar al agua, con el viento a favor, con el tiempo en contra, me desnudo para poder nadar portando mi artillería pesada, simplemente lo que soy. Pero como le pasara a Carlos V con el Castillo de If, me encuentro con una fortaleza inquebrantable, los muros del orgullo, que protegen un castillo actualmente vacío, con falta de vida que lo convierta en un lugar cómodo y cálido y deje acceso a la gran ciudad, ahora deshabitada sin mí.. Me rindo.

Segundo día, excursión a Notre Dame de la Garde, situada en una colina. Qué duro fue subir, parada en mitad del camino incluida. Sin embargo, qué rápido se baja.  Es entonces cuando vuelvo a comparar con la vida misma y con lo que hay que trabajar para llegar arriba y lo fácil que es caer. No, no puedo bajar la guardia.

Qué de sensaciones por mi cabeza, de agradecer por otro lado, porque de eso se trataba. Ya por la noche me tocó fiesta entre jóvenes de Erasmus. Asombrada y hasta emocionada como espectadora ante la variedad de idiomas y nacionalidades en una pequeña cocina: italianos, alemanes, españoles y argentinos. Francés, inglés, alemán y español, qué maravilla la comunicación.

Y otra vez el miedo, del tiempo en contra. Yo, que siempre me he relacionado con gente mayor y he sido “el retoño”, por primera vez en mi vida era la más veterana y, lo peor o mejor de todo es que puedo mirar atrás puesto que ya llevo un recorrido vital importante a mis espaldas. Ante mis ojos pasaron mis últimos años, y te invade la nostalgia de cosas que te han quedado por hacer mezclada con la satisfacción de lo conseguido hasta el momento.

Ya el sábado me tocaba ver el espectáculo más maravilloso al que he asistido en mi vida, Les Calenques, un paraíso natural con un acceso plagado de obstáculos que tienes que sortear con pericia y paciencia. Joder, otra vez,  una nueva metáfora de la vida.

Observo como todos mis compañeros de viaje están empecinados en llegar al destino y obsesionados con mirar las piedras que nos íbamos encontrando en el camino. Sin embargo, a mí me apetecía hacer paradas y mirar hacia todos lados, porque la vida no es una meta, sino un camino en el que te encuentras momentos para evitar piedras, caerte (en mi caso dos veces), y para volverte a levantar y otros en los que respiras hondo y piensas ¡qué bonito es vivir!. Porque el tiempo no siempre juega a la contra.

¿Lo mejor de todo? El camino de vuelta, cuesta arriba esta vez. Sientes que estás muy cansada y que te falta el aire para seguir. De repente una mano te empuja para ayudarte, te da vida no por la fuerza con la que te impulsa, sino por el calor y la compañía que sientes, otra vez, como en la vida, es muy importante que, quienes estén a tu alrededor te hagan la vida más fácil y te tiendan la mano cuando la necesites. Estoy rodeada de manos que me empujan, aunque la vida, como a todos, me lo ponga difícil cada día.

El último día madrugué un poco más que los anfitriones de mi viaje y les dejé una nota en su nevera. Siento un agradecimiento extremo por la experiencia y por recibir tanto mimo directo, del que carezco habitualmente. La conclusión más importante de este viaje, que me obliga a tomar direcciones, es que miro atrás y me centro en decepciones o en la búsqueda incesante de un espacio laboral en el que me sienta cómoda y segura, con estabilidad. Parece que ahora lo tengo, lo de las decepciones tardará en sanar. Sin embargo, el reto más importante que me he propuesto ha sido el de disfrutar más de la vida, de la gente que me rodea y sobre todo de mi día a día porque, vaya el viento a favor o en contra, el tiempo sigue pasando.

PD. Llevo unos días con la incapacidad de expresar lo que siento, algo no habitual en mí. Anoche descubrí que lo que siento es impotencia ante ciertas circunstancias, una impotencia que rompió en llanto en la madrugada para dar paso a estas letras y a unos sueños dulces que como siempre, plantean un mañana mejor. 

REGLA MARÍA GÓMEZ TEJADA

domingo, 4 de marzo de 2012

Piensa en tu último beso ¿A quién se lo diste? ¿Qué sensaciones te provocó?


Apasionada de la comunicación, hoy, mi reflexión tiene mucho que ver con ella y con el lenguaje universal que todos entendemos, hablemos el idioma que hablemos: el beso. Cómo me gusta besar y cuánto somos capaces de transmitir con uno de esos. 

Últimamente me gusta mucho besarle la sien a mi madre, ella está un poco delicada de salud y aún así quiere mostrar una fortaleza de realidad frágil.  Es un instinto extraño el que me provoca, el de la protección, sumada a un amor ilimitado, igual que el que siento por mi padre, a quien suelo sorprender por la espalda y rodearle con mis brazos para besarle. Cuánto les quiero. A mi hermano también, el otro día estábamos charlando de algo que nos traemos entre manos y sin saber por qué le besé su brazo suavecito. Cosas de metrosexuales depilados...

Y hablando de familia, ¿qué decir de Noa? Pues sí, también le doy besos. Y no me da asco. Sé que puede ser algo raro para la gente más escrupulosa, pero estoy segura de que transmite menos microbios que un beso en la boca entre dos enamorados, que comparten 42 millones de microbios cada uno. A Noa le beso la frente, y cuando quiero decirle de algún modo que es el ser más especial de mi mundo, aunque sea un perro, le beso el hueco que le queda entre la frente y su nariz chata mientras le agarro suave su pechito blanco, me encanta.

A mis amigas y amigos, también me gusta besarles y a ser posible sumar un abrazo. A Carmen por ejemplo, la última vez que la vi intenté regalarle un poco de fuerza que sé que necesita. Con mi prima Rocío siempre siento que estoy en deuda por todo lo que me quiere y sus continuas demostraciones. Tanto ella como su marido están siempre a mi lado. Un beso no es suficiente para tanto agradecimiento. ¿Cómo decir entonces gracias?

También hay besos que no me gustan, los de protocolo. No entiendo eso de verte por la tarde, irme a casa, arreglarme, volver a verte unas horas después y tenerte que dar dos besos…llamadme exclusivista, pero a mí no me dicen nada esos besos, así que en raras ocasiones los doy, lo que me suele provocar situaciones raras. Siento si soy mal educada.

Hay algunos besos que hasta duelen, los que nunca diste o no te dieron cuando era lo que más deseabas. Los labios no llegan a rozarse, aún así marcan.

Pero ¿cuáles son los besos que más nos gustan? No hace falta ni que lo diga. Dulces, lentos, espontáneos, rápidos, apasionados….ese es otro tipo de demostración de amor, en la que, junto con una mirada, se dicen muchas cosas sin mediar palabra. Confieso que los echo mucho de menos.

Y digo yo ¿por qué a veces no se le da importancia a esta forma de comunicarse tan primaria? No lo sé, sólo sé que si das uno, sea de la naturaleza que sea, siéntelo y vívelo. Esta sociedad tan de pena en la que nos ha tocado vivir, los infravalora demasiado. Somos demasiado mediocres, evitémoslo.

Por último. Piensa en tu último beso ¿A quién se lo diste? ¿Qué sensaciones te provocó? Quiero que lo compartas conmigo. Espero tu respuesta.

Regla María Gómez Tejada

lunes, 6 de febrero de 2012

Amor, felicidad y vida single

Estoy cansada, harta y hasta enfurecida. Sí, cada vez me irritan más comentarios del tipo: seguro que te llegará algo bueno o se te va a pasar el arroz. Igualmente es humillante que me busquen posibles novios en bodas y comuniones o que al oír un nombre masculino entre mis palabras te saquen la partida de nacimiento para ver si es un posible candidato (sí, esa es mi madre).

Francamente ¿creéis que la felicidad consiste en tener pareja? Todos los días oigo historias de amigos, conocidos y amigos "de" con infidelidades, insatisfacciones, dudas, dependencia y poco apoyo en momentos importantes. Y no será el caso de todo el mundo, no. Pero lo que quiero decir con esto es que no por estar en pareja se es más feliz, objetivo prioritario de vida.

Tener esa percepción de la realidad es algo dañino y hasta egoísta ¿Por qué? Está claro, así hago que mi felicidad dependa de otra persona, y estoy convencida de que sólo depende de mí y por tanto me esfuerzo a diario por tener una actitud positiva que me llene de energía y ganas de hacer cosas.

Sí, me encanta levantarme por la mañana y que mi perra me de los buenos días, me gusta decidir dónde voy a ir o qué voy a hacer sin tener que dar demasiadas explicaciones, el silencio de mi hogar, acariciar a Noa por la noche mientras trasteo en Internet, la sensación de bienestar después de limpiar  y acostarme en mis sábanas oliendo a suavizante, almorzar en casa de mis padres siempre que puedo, reír con mis amigas a cualquier hora o gastar mi dinero en lo que quiero.

¿Quiere decir eso que no me quiero enamorar? Pues no, sería hipócrita decir lo contrario. Pero es que no se trata de buscar un novio para tener la fachada propicia de cara a esta sociedad tan superficial o de enamorarse del amor hasta el punto de idealizarlo.

Se trata de encontrar a alguien que te haga reír, sentir, soñar, vivir. Que respete tu individualidad, que te atraiga, que sume y nunca reste, que te haga sentir genial tal y como eres con tus virtudes, defectos y manías y que ante cualquier obstáculo responda con más fuerza que nunca para superarlo en equipo. Y sobre todo que entienda que estar enamorado no es igual a estar atado. Hay que amar en libertad, que esa persona, que puede que aparezca o no en mi vida,  se sienta tan libre que elija estar todos los días conmigo, sin más, sin contratos matrimoniales ni pactos de ningún tipo. Es más sencillo que todo eso.

En definitiva, quiero decir que:

  1.   Soy single, lo asumo y aprovecho todo lo positivo de las circunstancias que me ofrece la vida ahora mismo. 
  2.  Soy feliz porque depende de mí y de nadie más y porque mi familia que es lo más importante, está bien y unida (incluida Noa)
  3.  Sí, sí quiero enamorarme, pero no, no busco mi media naranja. Quiero una naranja completa, que tenga su vida, al igual que yo la mía y que queramos compartir nuestra parcela más personal. Al fin y al cabo dos naranjas dan más zumo que una sola ¿no? 




Regla María Gómez Tejada

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domingo, 22 de enero de 2012

Como la vida misma




El viernes cubrí una visita política por Bajo de Guía para conocer cuáles son las deficiencias de la zona. Me llevé mi cámara de fotos. Tuberías fuera, playa sucia y un barrio marinero descuidado y con dos parcelas que el Ayuntamiento no se preocupa de limpiar.

Mientras sacaba fotos de toda la trastienda de la Puerta de Doñana me sentía indignada porque no entendía por qué no somos capaces de cuidar y poner en valor nuestra riqueza patrimonial y natural. De repente, al tiempo que hacía mi trabajo, miré hacia mi izquierda y me encontré con esta imagen que os muestro. Me quedé paralizada por la belleza natural a la que asistía mi mirada. Respiré el aire y el frío del invierno mientras observaba. Me invadió el bienestar. 

Fue entonces cuando pensé "esto no es más que la vida". Centramos demasiadas energías en esa trastienda de nuestro camino vital. Miramos una y otra vez lo que no nos gusta, si algo no nos va bien, si nos sentimos solos o incomprendidos o si no desempeñamos el trabajo de nuestros sueños. Es entonces cuando deberíamos obligarnos a hacer un giro en la mirada de nuestro inteñor y redescubrir pequeños momentos o imágenes que nos recuerden que siempre existe la cara A y la cara B de nuestra existencia y lo importante que es guardar el equilibrio entre una y otra, poniendo más peso en las experiencias que te suman y te hacen feliz, no en las que restan o no aportan nada.

Esta entrada te la dedico a ti, que siempre me pides que escriba. Quizás no sea el texto más brillante que he publicado, pero sí refleja muy bien muchas de las sensaciones que me acompañan en mi día a día en los últimos tiempos. Abrazos mil. 

Regla María Gómez Tejada