viernes, 16 de marzo de 2012

El tiempo como el viento, a favor o en contra

Necesitaba un parón, tocaba reflexionar puesto que después de un año y medio de cambios, decisiones, victorias y derrotas era hora de decidir qué camino elegir, un nuevo rumbo con retos desafiantes. ¿El lugar? Marsella.

Una agenda de actividades intensa te deja agotada físicamente y abre tu mente. Ya antes de aterrizar llegaron las primeras reflexiones. Desde el avión, mirando hacia abajo y viéndolo todo minúsculo piensas en lo pequeños que somos aunque nos sintamos grandes y sobre todo, que desde la distancia del tiempo eres capaz de ver las cosas en su conjunto, con más claridad  y perspectiva a la hora de hacer balance. Sin embargo, esos pequeños detalles que te marcaron para bien o mal, se ven difusos.  Tanto que lo veo claro, y quiero reconquistar de nuevo esa tierra que algún día fue mía como Carlos Quinto en 1536 intentara con Marsella. Me vuelvo a lanzar al agua, con el viento a favor, con el tiempo en contra, me desnudo para poder nadar portando mi artillería pesada, simplemente lo que soy. Pero como le pasara a Carlos V con el Castillo de If, me encuentro con una fortaleza inquebrantable, los muros del orgullo, que protegen un castillo actualmente vacío, con falta de vida que lo convierta en un lugar cómodo y cálido y deje acceso a la gran ciudad, ahora deshabitada sin mí.. Me rindo.

Segundo día, excursión a Notre Dame de la Garde, situada en una colina. Qué duro fue subir, parada en mitad del camino incluida. Sin embargo, qué rápido se baja.  Es entonces cuando vuelvo a comparar con la vida misma y con lo que hay que trabajar para llegar arriba y lo fácil que es caer. No, no puedo bajar la guardia.

Qué de sensaciones por mi cabeza, de agradecer por otro lado, porque de eso se trataba. Ya por la noche me tocó fiesta entre jóvenes de Erasmus. Asombrada y hasta emocionada como espectadora ante la variedad de idiomas y nacionalidades en una pequeña cocina: italianos, alemanes, españoles y argentinos. Francés, inglés, alemán y español, qué maravilla la comunicación.

Y otra vez el miedo, del tiempo en contra. Yo, que siempre me he relacionado con gente mayor y he sido “el retoño”, por primera vez en mi vida era la más veterana y, lo peor o mejor de todo es que puedo mirar atrás puesto que ya llevo un recorrido vital importante a mis espaldas. Ante mis ojos pasaron mis últimos años, y te invade la nostalgia de cosas que te han quedado por hacer mezclada con la satisfacción de lo conseguido hasta el momento.

Ya el sábado me tocaba ver el espectáculo más maravilloso al que he asistido en mi vida, Les Calenques, un paraíso natural con un acceso plagado de obstáculos que tienes que sortear con pericia y paciencia. Joder, otra vez,  una nueva metáfora de la vida.

Observo como todos mis compañeros de viaje están empecinados en llegar al destino y obsesionados con mirar las piedras que nos íbamos encontrando en el camino. Sin embargo, a mí me apetecía hacer paradas y mirar hacia todos lados, porque la vida no es una meta, sino un camino en el que te encuentras momentos para evitar piedras, caerte (en mi caso dos veces), y para volverte a levantar y otros en los que respiras hondo y piensas ¡qué bonito es vivir!. Porque el tiempo no siempre juega a la contra.

¿Lo mejor de todo? El camino de vuelta, cuesta arriba esta vez. Sientes que estás muy cansada y que te falta el aire para seguir. De repente una mano te empuja para ayudarte, te da vida no por la fuerza con la que te impulsa, sino por el calor y la compañía que sientes, otra vez, como en la vida, es muy importante que, quienes estén a tu alrededor te hagan la vida más fácil y te tiendan la mano cuando la necesites. Estoy rodeada de manos que me empujan, aunque la vida, como a todos, me lo ponga difícil cada día.

El último día madrugué un poco más que los anfitriones de mi viaje y les dejé una nota en su nevera. Siento un agradecimiento extremo por la experiencia y por recibir tanto mimo directo, del que carezco habitualmente. La conclusión más importante de este viaje, que me obliga a tomar direcciones, es que miro atrás y me centro en decepciones o en la búsqueda incesante de un espacio laboral en el que me sienta cómoda y segura, con estabilidad. Parece que ahora lo tengo, lo de las decepciones tardará en sanar. Sin embargo, el reto más importante que me he propuesto ha sido el de disfrutar más de la vida, de la gente que me rodea y sobre todo de mi día a día porque, vaya el viento a favor o en contra, el tiempo sigue pasando.

PD. Llevo unos días con la incapacidad de expresar lo que siento, algo no habitual en mí. Anoche descubrí que lo que siento es impotencia ante ciertas circunstancias, una impotencia que rompió en llanto en la madrugada para dar paso a estas letras y a unos sueños dulces que como siempre, plantean un mañana mejor. 

REGLA MARÍA GÓMEZ TEJADA

domingo, 4 de marzo de 2012

Piensa en tu último beso ¿A quién se lo diste? ¿Qué sensaciones te provocó?


Apasionada de la comunicación, hoy, mi reflexión tiene mucho que ver con ella y con el lenguaje universal que todos entendemos, hablemos el idioma que hablemos: el beso. Cómo me gusta besar y cuánto somos capaces de transmitir con uno de esos. 

Últimamente me gusta mucho besarle la sien a mi madre, ella está un poco delicada de salud y aún así quiere mostrar una fortaleza de realidad frágil.  Es un instinto extraño el que me provoca, el de la protección, sumada a un amor ilimitado, igual que el que siento por mi padre, a quien suelo sorprender por la espalda y rodearle con mis brazos para besarle. Cuánto les quiero. A mi hermano también, el otro día estábamos charlando de algo que nos traemos entre manos y sin saber por qué le besé su brazo suavecito. Cosas de metrosexuales depilados...

Y hablando de familia, ¿qué decir de Noa? Pues sí, también le doy besos. Y no me da asco. Sé que puede ser algo raro para la gente más escrupulosa, pero estoy segura de que transmite menos microbios que un beso en la boca entre dos enamorados, que comparten 42 millones de microbios cada uno. A Noa le beso la frente, y cuando quiero decirle de algún modo que es el ser más especial de mi mundo, aunque sea un perro, le beso el hueco que le queda entre la frente y su nariz chata mientras le agarro suave su pechito blanco, me encanta.

A mis amigas y amigos, también me gusta besarles y a ser posible sumar un abrazo. A Carmen por ejemplo, la última vez que la vi intenté regalarle un poco de fuerza que sé que necesita. Con mi prima Rocío siempre siento que estoy en deuda por todo lo que me quiere y sus continuas demostraciones. Tanto ella como su marido están siempre a mi lado. Un beso no es suficiente para tanto agradecimiento. ¿Cómo decir entonces gracias?

También hay besos que no me gustan, los de protocolo. No entiendo eso de verte por la tarde, irme a casa, arreglarme, volver a verte unas horas después y tenerte que dar dos besos…llamadme exclusivista, pero a mí no me dicen nada esos besos, así que en raras ocasiones los doy, lo que me suele provocar situaciones raras. Siento si soy mal educada.

Hay algunos besos que hasta duelen, los que nunca diste o no te dieron cuando era lo que más deseabas. Los labios no llegan a rozarse, aún así marcan.

Pero ¿cuáles son los besos que más nos gustan? No hace falta ni que lo diga. Dulces, lentos, espontáneos, rápidos, apasionados….ese es otro tipo de demostración de amor, en la que, junto con una mirada, se dicen muchas cosas sin mediar palabra. Confieso que los echo mucho de menos.

Y digo yo ¿por qué a veces no se le da importancia a esta forma de comunicarse tan primaria? No lo sé, sólo sé que si das uno, sea de la naturaleza que sea, siéntelo y vívelo. Esta sociedad tan de pena en la que nos ha tocado vivir, los infravalora demasiado. Somos demasiado mediocres, evitémoslo.

Por último. Piensa en tu último beso ¿A quién se lo diste? ¿Qué sensaciones te provocó? Quiero que lo compartas conmigo. Espero tu respuesta.

Regla María Gómez Tejada