martes, 4 de junio de 2013

La vida es dulce...para quien tiene azúcar


Llego. Apago el motor y dejo el contacto con la música puesta. Busco su número en la agenda y le doy una perdida.

Como cada semana le veo venir a lo lejos del pasillo de barrio de extrarradio. Paso lento, sin destino, hombros derrotados y mirada al suelo.

Le doy un abrazo y dos besos. El contacto físico es una inyección para combatir la situación. Quiero saber cómo está. Me cuenta que lleva toda la tarde jugando al videojuego. Los días pasan sin más.

Es el momento de sacar las bolsas de alimentos del coche, que coge con cierta vergüenza. Me da las gracias y me dice que me quiere. Se va. Ahora se hace pequeño.

- ¡Titi! (le grito)
- Se vuelve y me mira)
- ¡La vida es dulce!
 Para quien tiene azúcar (me dice)

Entonces prefiero no contestar. Se me acumulan sentimientos contradictorios. Por un lado debilidad por la cara humana de esta crisis monstruosa. Por el otro mi instinto de lucha por el cambio ¿Y si invirtiera su tiempo en vivir su vida y no la de Tom Rider y sortear sus obstáculos y no los de la ficción? Tal vez encontraría su camino.  ¿Soy cruel si pienso así?

Para la próxima voy a llevar una caña. Quizás enseñarle a pescar es mejor opción que la compasión.